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jueves, 27 de marzo de 2008

EL ENEMIGO INVISIBLE


El Enemigo Invisible

Reflexiones en torno del lock out agrario

Antes de la irrupción de esta acalorada discusión, con los ánimos un poco más tranquilos, la Federación Agraria Argentina (FAA), reunida en Rosario, contaba a quien la quisiera escuchar las cuitas de las retenciones impositivas y los costosos acopiadores.

Con bronca, en octubre de 2007, y con el lenguaje simple de la gente simple, admitían en ese momento que “tenían un buen pasar”. Pero también denunciaban que sólo percibían un tercio del precio FOB (precio final, al bordo del buque) de la soja; y que con ese tercio costeaban la semilla, el fertilizante, el herbicida y la cosecha, es decir, todos los gastos de la producción, obteniendo de todos modos una buena ganancia.

Pero lo que no aceptaban era que, sólo por transportar, acopiar y embarcar, los acopiadores se queden con uno de los otros dos tercios; máxime cuando muchas veces el transporte no llega a los 100 km. de distancia y no hay acopio, pues el grano pasa directamente del camión al barco, sin escalas. Razonablemente, lo consideraban excesivo.

En ese entonces, los representantes de la FAA aceptaban (a regañadientes, pero aceptaban) que el Estado se quedara con el tercer tercio de lo producido, para realizar obra pública y redistribuir la riqueza.

Pero ahora el tercio del Estado quiere convertirse en una “cuasi mitad”, a expensas de los productores, ya que los acopiadores siguen inamovibles en sus costos y al margen de la terrible discusión que se ha generado.

Curtiendo el perfil bajo, los acopiadores imitan el estilo de “Las 5 hermanas” (Dreyfus, André, Continental, Cargill y Bunge & Born, recordarán los “setentosos”) y “se borran”, dejando que productores y gobierno se desangren en el conflicto.

Es la “razón oligárquica” manipulando a la “pasión chacarera”.
Son los poderosos terratenientes de la Sociedad Rural y Coninagro, tratando de usar a la Federación Agraria como “tropa de maniobras” propia. Es el gobierno, cómplice servil de Monsanto, Nidera y otras multinacionales, que arremete contra los productores, pero no cuestiona el precio de los transgénicos, la salubridad de los glifosatos ni el agotamiento de la tierra que produce el monocultivo intensivo de la soja.

Los verdaderamente grandes pueden aguantar, porque son productores, y también acopiadores; cobran “en las dos ventanillas”.
Si las ganancias de los productores se hicieran polvo, pero las de los acopiadores siguieran en pie o las compensaran, los grandes pueden continuar con el negocio. Poco les importa si “la tarasca” la juntan en uno solo de los dos mostradores.

Pero para los pequeños productores, la situación es muy distinta. Ellos sólo producen. Tienen esa sola ventanilla, que es la del trabajo. No tienen poder ni capital para acopiar y especular. Cobran en un solo mostrador, que es el de su propio esfuerzo productivo. Por eso van al frente, porque no les queda otra. No pueden especular.

Por eso, allá en Rosario, en la campaña electoral de 2007, desde Proyecto Sur le propusimos a la FAA la creación de una “salida al mar” para todos ellos. Una solución Estatal, como el IAPI (Instituto Argentino de Promoción del Intercambio, instrumento gestado durante el gobierno peronista 1945/55), que les dé acceso directo al comercio exterior, y no como ahora, que son rehenes de los acopiadores internacionales.

También propusimos entonces una regulación protectora, con todo el poder del Estado, al estilo de las Juntas Nacionales de Granos, o de Carnes. Y un desarrollo tecnológico Estatal a partir del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) para proveer al pequeños y mediano productor de semilla, fertilizante, herbicida y todo lo necesario con un criterio de “desarrollo sustentable”, renovando el “bien común tierra”, preservando la diversidad ecológica y anulando los desiertos verdes del monocultivo.

Sin Estado no hay Nación. Sin Política Nacional y Popular, el campo argentino es un “vientre cautivo “ del capital concentrado. Los actuales intermediarios internacionales de nuestro comercio exterior son entonces el Enemigo Invisible que destruye la armonía entre hermanos de un mismo país. Señalándolos, una solución duradera a partir de la firme intervención del Estado Nacional comienza a hacerse posible.

Ángel Cadelli

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